Fuente: Diario Popular
Fecha: 14 de enero de 2013.
Cualquiera puede olvidarse, en algún momento, las llaves, un nombre o una palabra. En los adultos mayores, estas situaciones preocupan y los prejuicios juegan en contra. ¿Cuáles son los ejemplos típicos y cuándo consultar?
No encontrar las llaves, los documentos u otros objetos. Olvidar el nombre de un familiar, vecino, amigo, pese a tener su imagen en mente. Querer decir una palabra pero la tenemos 'en la punta de la lengua' y no podemos recordarla. Estos son algunos ejemplos de olvidos que cualquiera puede tener en algún momento, por distintos motivos, como falta de atención, cansancio, estrés, alguna distracción. Sin embargo, en los adultos mayores la preocupación ante estas situaciones aumenta y los prejuicios juegan en contra. Entonces, ¿cómo mantener o mejorar el rendimiento? ¿Qué hábitos adoptar? ¿Ante qué situaciones consultar al médico?
'Se pueden considerar normales ciertos olvidos que frecuentemente están relacionados a detalles y no traen grandes consecuencias negativas en lo cotidiano; siempre y cuando no signifiquen un cambio marcado del funcionamiento habitual', explicó el jefe de la Clínica de Memoria de INECO, Pablo Richly.
Estos olvidos, según aclaró, "suelen aumentar de forma transitoria en situaciones de cansancio o estrés".
En declaraciones a este diario, el psiquiatra señaló que los adultos mayores 'son más susceptibles a factores que pueden afectar la memoria, como algunos fármacos -por ejemplo, los ansiolíticos-, la deshidratación, las infecciones, el déficit de vitaminas, la anemia o los trastornos endocrinológicos. A diferencia de las enfermedades neurodegenerativas, estos cuadros pueden ser reversibles'.
En tanto, aclaró que 'es importante realizar una consulta cuando los olvidos se acentúan con el tiempo, son persistentes, las personas no tienen registro de sus olvidos, se vinculan a eventos completos y no a detalles o afectan las actividades de la vida diaria'.
Ejemplos típicos
Por su parte, la terapista ocupacional Magalí Risiga, una de las directoras del Equipo de profesionales Memoria, destacó que 'hay distintas clases de olvidos, los 'clásicos', la pérdida de objetos como las llaves, los anteojos, la documentación, el dinero, porque a veces se los guarda tan bien que si uno no presta la suficiente atención o no estableció un código que permita recordar dónde se los guardó, después no los encuentra'.
Otro de ejemplo es la distracción: 'Llegué a casa, sonó el teléfono, en forma automática dejé las llaves en cualquier lado porque mi atención estaba en el llamado y después, lógicamente, tengo que pensar un rato dónde las dejé porque no las guardé en el lugar habitual'.
Al respecto, la profesional indicó que "cuanto más ordenado es el entorno, mucho más fácil es recuperar lo que se busca".
También señaló que otro caso típico "es la memoria de nombres, una muy especial que viene aconteciendo de edades más tempranas: saber de quién hablo, tener la cara, pero tardar en recordar el nombre; lo mismo ocurre con las palabras 'en la punta de la lengua', saber lo que se quiere decir pero en el momento no recordar la palabra justa, por eso es tan importante la estimulación del vocabulario para buscar otra para decir lo mismo y angustiarse menos".
En este marco, la profesional aconsejó no ayudar a la persona diciéndole directamente la palabra o el nombre sino "darle datos para que el otro la encuentre, a fin de no coartar el mecanismo de búsqueda en la memoria". También es fundamental "no desalentarlo" ni tampoco "sobreprotegerlo".
En tanto sostuvo que 'cuando no hay conciencia del olvido, hay que preocuparse'. Así como hay que prestar atención a las quejas por déficit de la memoria.