Fuente: Agencia Venezolana de Noticias (AVN)
Fecha: 08 de febrero de 2013
Maturín.- La inocencia, que para algunos termina en la infancia, para otros se fortalece con el pasar de los años. A los 107 años de edad, próxima a cumplir los 108 el 28 de febrero, Carmen Reyes, hace honor a su apellido: es la reina de los carnavales de Maturín desde hace más de 30 años.
Nacida en San Antonio de Capayacuar, municipio Acosta y criada en Periquera, sector de El Paraíso de Maturín. A los 77 años de edad, Carmen se "enrumbó" en los desfiles de las fiestas carnestolendas de la capital monaguense.
Cuenta que todo comenzó por la participación de su vecina Juana Moreno en las festividades de Carnaval. "Me entusiasmé a acompañarla, ella murió hace 20 años, y yo desde ese entonces he seguido participando con trajes individuales", relata la abuela.
Con un intento de voz fuerte y una seguridad avasalladora, exclama: "¡Los carnavales son la alegría de Maturín y nunca, nunca deben acabar!".
Carmen está sentada en su silla de ruedas con su majestuoso traje rosado con detalles de flores en pequeñas piedras fucsias, sus collares, pulseras, su sencilla corona en la cabeza y una calidez que invita a cualquiera a llamarla abuela y tomarla de las manos.
Tras desfilar 30 trajes confeccionados por el diseñador monaguense Alberto Zamora y recibir reconocimientos como: "La Abuela de Periquera" en 2003; "Mención Honorífica", por la Junta de Carnaval de 2004; " La Reina Eterna de los Carnavales", entre otros, fue nombrada Patrimonio Cultural Viviente, en 2006.
Gustavo, uno de los cinco nietos que vive con ella, dice con una amplia sonrisa: "Mi abuela es patrimonio municipal, es la mejor, ademas de ser bondadosa y fiel a su familia".
Su hija, Cecilia Reyes, cosió todos sus trajes hasta 2012, cuando Carmen desfiló por última vez, no por decisión propia.
Gustavo explica que para este año no podrá participar en los desfiles porque sus médicos no lo recomiendan. A pesar de no haber sufrido enfermedades, "fue operada de una pierna y su corazón ya no late tan fuerte como antes".
Sin embargo, con la fuerza de pocos, Reyes fija su posición durante la entrevista y dice: "Si me acomodan bien en una sillita seguro que si podré ir a los carnavales, yo quisiera ir de verdad".
Carnavales de historia
Al comparar los primeros desfiles en la ciudad en los años 40 con los actuales, Carmen considera que éstos últimos son mucho mejores porque antes "los trajes eran hechos de papel, en cambio los míos, y los que se ven ahora, son todos elaborados en tela".
El fervor y las ganas de disfrutar la vida la llevaron a participar anualmente en estas festividades sin importar los obstáculos. "Estábamos por la Catedral (Nuestra Señora del Carmen), ella en su sillón, mientras desfilaban unas carrozas, y se presentó una discusión entre las personas que allí estaban. Tuvimos que alzarla y salir corriendo con ella sentada en el sillón encima de nuestros hombros", cuenta entre risas su nieto.
En otro desfile de otro año, mientras doña Carmen saludaba al público sentada, "de repente se levantó y empezó a zapatear con fuerza", para impresión del público, relata Gistavo jocosamente, "Dijeron: '¡Caramba! Esta señora sí zapatea con fuerza´ y realmente lo que hacía era sacudirse unas hormigas que la estaban picando".
Es hija única, madre de Jorge y Cecilia. Tiene 17 nietos, quienes en su mayoría viven en Maracay, a excepción de Esperanza, Robert, Jorge, Leo y Gustavo que viven con ella en su humilde casa en Brisas de Morichal. Su madre, Escodastica Reyes, cuenta Gustavo, murió cuando tenía más de 100 años.
Yo bailo lo que me toque
Además de los trajes, y de entregar caramelos a los niños, la abuela Carmen comenta que la música es una de las cosas que más disfruta de estas fiestas.
"Me gusta bailar, bailo joropo y lo que me pongan", dice, mientras Gustavo añade que en sus años mozos, y aún cuando se le ayuda a parar de su silla, "baila merengue, salsa y de todo".
"Es una mujer alegre y eso la ha caracterizado siempre", agrega su nieto.
Al preguntarle el secreto para mantener una actitud tan positiva con los años, dice: "Yo misma me alegro y me entusiasmo, no hay razones para dejar pasar la vida".
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