Fuente: Página 12
Fecha: 23 de agosto de 2012
Por: Pedro Lipcovich
La edad del padre cuando engendra a su hijo tiene mayor incidencia que la de la madre en cuanto al riesgo de enfermedades como el autismo y la esquizofrenia. Estos datos podrían contribuir a explicar el aumento en los casos de autismo en el mundo.
La edad que tiene un padre al engendrar a su hijo incide mucho más que la de la madre en cuanto al riesgo de enfermedades genéticamente determinadas como el autismo y la esquizofrenia: la probabilidad de trasmitir mutaciones potencialmente dañinas se incrementa con la edad paterna; los hijos engendrados por un hombre de 40 años tendrían casi el doble de mutaciones que los de un hombre de 25, y un hombre de 70 trasmitirá ocho veces más mutaciones que uno de 20. Así lo indica un estudio efectuado en Islandia, que se publica hoy en la revista científica Nature. Estos datos –de confirmarse y confrontarse con estudios epidemiológicos– podrían contribuir a explicar el aumento en los casos de autismo que se registra mundialmente en los últimos años, paralelamente al aumento en la edad a la que los hombres tienen hijos.
El trabajo publicado en Nature –“Tasa de nuevas mutaciones y la importancia de la edad del padre en el riesgo de enfermedad”– fue efectuado por investigadores de la Universidad de Islandia y de la Universidad de Aarhus, Dinamarca, dirigidos por Karl Stefansson. El estudio forma parte de un vasto proyecto que procura aprovechar la notable homogeneidad genética de la población de ese país para rastrear marcadores de enfermedades. En la presente investigación, compararon la totalidad de la información genética de 78 familias compuestas por madre, padre e hijo. De los 78 hijos e hijas, 44 padecían autismo y 21 tenían esquizofrenia. La información genética fue correlacionada con el cuadro de cada hijo y también con una muestra genérica de la población.
Los resultados fueron “consistentes con estudios epidemiológicos según los cuales el riesgo de esquizofrenia se incrementa con la edad del padre en la concepción, y se articulan con otros estudios que relacionaron determinadas mutaciones genéticas con la esquizofrenia y con el autismo”. A partir de estas bases, los investigadores examinaron “la posibilidad de que, a medida que el varón envejece, aumenten las nuevas mutaciones en sus espermatozoides y, proporcionalmente, crezca la probabilidad de que el hijo tenga una mutación que podría llevar al autismo o a la esquizofrenia”.
Efectivamente, encontraron que “un hombre de 36 años trasmitirá a su hijo el doble de mutaciones que uno de 20, y uno de 70 trasmitirá ocho veces más”. Por eso, “un niño islandés nacido en 2011 tendrá 70 mutaciones nuevas, comparadas con 60 para un chico nacido en 1980: la edad promedio de la paternidad aumentó de 28 a 33 años en ese período”.
Y sucede que “los padres trasmiten a sus hijos más mutaciones que las madres”. Esto se debe a que la constitución genética de los ovocitos –las células germinales de la mujer– se establece a temprana edad, aunque vayan madurando de a uno en cada ciclo menstrual; los espermatozoides, en cambio, se generan a lo largo de toda la vida del varón, y su constitución genética es afectada por la edad.
En el mismo número de Nature, el columnista Ewen Callaway comenta que “la mayoría de las mutaciones son inofensivas, pero el equipo de Stefansson encontró algunas que otros estudios ya habían relacionado con el autismo y la esquizofrenia. La investigación sugiere fuertemente que los padres mayores tienen más riesgo de trasmitir genes nocivos”. Callaway destaca que “tres estudios publicados este año identificaron docenas de mutaciones implicadas en el autismo y encontraron cuatro veces más probabilidades de que éstas se originen en el padre, antes que en la madre”. Todos estos datos “podrían ayudar a explicar el aparente crecimiento de los desórdenes autísticos en los últimos años”.
Marcelo Rubinstein –profesor de la UBA e investigador principal del Conicet en ingeniería genética y biología molecular– comentó que “el trabajo publicado en Nature abre perspectivas de gran interés. Desde hace más de diez años, muchos estudios señalan las bases genéticas del autismo: esta investigación, ante mutaciones vinculadas con el autismo y con la esquizofrenia, señala su mayor frecuencia en los hombres y las vincula con la edad. Hay que advertir que en el cerebro se expresa la mayoría de los genes, mucho más que en cualquier otro órgano, y por eso hay más riesgo de que las mutaciones genéticas afecten su funcionamiento”.
“Tendemos a creer –observó Rubinstein– que los sucesivos avances de la medicina nos van haciendo invencibles, pero no es así. Como resultado de esos avances, sobreviven muchas personas que, por factores de un modo u otro vinculados con la genética, habrían muerto sin llegar a tener hijos: así vencida la presión de la selección natural, las mutaciones se acumulan y se trasmiten; además, vivimos más y tenemos hijos a mayor edad. Estos factores multiplican los riesgos de mutaciones perjudiciales.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario