Fuente: Perfil.com
Fecha: 26 de agosto de 2012.
Por: Gisela Nicosia / Josefina Hagelstrom
Esta semana se anunció que Santo Biasatti espera un hijo a los 68 años. Su caso no es un hecho aislado. Los testimonios de hombres que se animan a volver a cambiar pañales y disfrutar de la vida a pleno.
Compinches. Rodolfo tiene 81 y su hijo Tomás, 6. Admite que se enojaba cuando le decían abuelo, hoy lo superó. |
“Me casé con una mujer mucho más joven que yo, que no tenía hijos. Yo me resistía a tener más hijos, pero me vi ante la alternativa de qué estaba eligiendo: tener un hijo, que representaba el amor hacia ella, o mi comodidad; y me dije: ¿cómo iba a elegir la comodidad? Elegí el amor.” Quien habla es el arquitecto Rodolfo Livingston, quien a sus 81 años es padre de Tomás, de seis.
Si bien puede sorprender, no son pocos los casos de familias en las que los hombres que superan los 65 años deciden ser padres. Esta semana se dio a conocer que el periodista Santo Biasatti, de 68 años, será padre por segunda vez, otro ejemplo.
En el patio de su casa, Livingston cuenta cómo es su relación con Tomás, que está en primer grado. Lo tuvo a los 75, junto a su mujer Nidia (47), también arquitecta. “Cuando estábamos esperando a Tomás, un cliente me dijo: ‘Lo tuyo es heroico’”, ríe. Tiene otros dos hijos de un matrimonio anterior –Juan (41) y Ana (40)–, y dos nietos de cuatro años.
“La sensación que tengo es la del túnel del tiempo, porque llevo la vida de una persona joven recién casada”, cuenta relajado, y ejemplifica: “Voy a reuniones con las maestras, a cumpleaños infantiles, jugamos al ajedrez, y esta mañana nos tocó el Ratón Pérez”.
Un hijo a esa edad puede ser, para algunos, una segunda oportunidad: “Yo antes jamás hice una mamadera ni cambié un pañal. Pero esta vez me dije ‘lo voy a hacer mejor’. Y me sale mejor. Claro que hay momentos que me impacientan, como cuando me veo tirado en el piso jugando al hombre araña cuando en realidad quiero leer el diario, pero los momentos maravillosos lo superan”, dice y reflexiona sobre que la edad del documento a veces no coincide con la de la vida: “Nunca me sentí viejo, mi deseo es acompañarlo durante toda su adolescencia, es decir 15 o 20 años más. Es un estímulo más para cuidarme y estar bien”.
Roles. Los especialistas explican que lo que se pone juego en estos casos es un nuevo tipo de familia, donde las diferencias de edad predominan en todos los niveles. Los padres de más de 60 suelen tener hijos de matrimonios anteriores, que en ocasiones superan en edad a su actual mujer. Las relaciones entre hermanos también cambian, porque los mayores son más bien tíos de sus hermanos más chicos.
Recientemente, la revista Nature publicó un artículo donde da cuenta de que la edad de los padres puede influir en algunos problemas genéticos de los hijos, como el autismo. “Se trata de una incidencia baja, pero algunos estudios recientes darían cuenta de esto”, sostuvo el doctor Sergio Pasqualini, ginecólogo y especialista en fertilidad. Y agrega que los casos opuestos, donde la mujer dobla en edad al hombre, también se ven cada vez más.
A sus 87 años, el actor y director de teatro Onofre Lovero se emociona al rememorar la crianza de su hija, María, a quien tuvo a los 65. “Soy un gran alumno de mi hija, la crié con límites y con amor como a mi hija anterior. Sus 15 los viví con mucha emoción. Me sentí muy afortunado de llegar a vivir ese momento”, dice. Junto a su mujer Laura, una actriz treinta años menor que él, recuerda cómo era para él llevar a su hija al colegio y al Colón, donde hizo su carrera de danza clásica: “Verla jugar con sus amigos y con destacadas figuras de la danza es un placer. A los 87 años me siento más que feliz por la mujer que está a mi lado, y la hija de 22 años que es un milagro maravilloso que la vida me regaló”.
A ambos les tocó vivir situaciones en las que los confundieron con el abuelo de sus hijos. María, hija de Lovero, recuerda que cuando se tomaban un taxi alababan a su papá por su nieta: “A mí me resultaba divertido y él respondía con orgullo que yo era su hija”. Livingston vivió la misma escena, y con el tiempo fue cambiando su reacción: “Antes me molestaba y gritaba ¡soy el padre! Ahora me doy cuenta, sí podría ser el bisabuelo”, ríe.
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